domingo, 16 de diciembre de 2012

20 minutos con Zuckerberg

Periodismo y redes sociales en la era digital” se denominó al seminario, entre el 23 y 26 de octubre, promovido por el grupo Murdoch Inc., Apple Inc. y la Universidad de Stanford en su campus de Palo Alto, ciudad distante a pocos kilómetros de San Francisco, California.

Los llamados “titanes de la tecnología”, que son Bill Gates, de Microsoft; Mark Zuckerberg, de Facebook; Eric Schmidt, de Google; Larry Ellison, de Oracle; Carol Bartz, de Yahoo; Stephen Wozniak, quien fue uno de los cofundadores de Apple; y John Chambers, de Cisco, disertaron ante 18 periodistas de Estados Unidos, México, Brasil, Bolivia, Reino Unido, España, Italia y Japón sobre el rol que juegan las redes sociales en la información que, hoy por hoy, está cimentada en patrones digitales. Fui privilegiado con una invitación del grupo Murdoch Inc. para asistir a tan magno evento.

Todas y cada una de las exposiciones fueron apasionantes, pero tres generaron una natural y anticipada expectativa: la de Mark Zuckerberg, creador y presidente de Facebook; la de Bill Gates, el hombre fuerte de Microsoft; y la de Stephen Wozniak, co-fundador de Apple con el desaparecido Steve Jobs.

Poco menos que cautivado con cada una de las exposiciones, el grupo de periodistas hizo una visita al Apple Computer World Headquarters, sede de Apple Inc. en Cupertino, donde Tim Cook, consejero delegado de la compañía que hace poco lanzó al mercado el iPhone 5, rindió un homenaje a la figura y trayectoria de Steve Jobs.

Horas más tarde, Mark Zuckerberg deleitaba al auditorio y sorprendió a más de uno cuando manifestó que siente un enorme respeto por Microsoft.

Aseguró que si no fuera el presidente de Facebook, le habría gustado ser parte de la firma con sede en Redmond. “Probablemente habría aceptado algún trabajo como ingeniero, y siempre le he tenido mucho respeto a Microsoft. Muchas personas de Harvard salen directo a trabajar allá”, dijo.

A la caza del genio

Si bien previamente los organizadores dejaron establecido que los expositores no concederían ninguna entrevista en forma personal, nada estaba cerrado a cualquier iniciativa que pudiera lograrlo; por ello, luego de su intervención en el auditorio principal de la Universidad de Stanford, y cuando Mark Zuckerberg se dirigía a su vehículo, no dudé un solo instante en aproximarme y pedirle me dispense algunos minutos para poder entrevistarlo.

“Detesto las entrevistas, lo siento”, fue su primera respuesta. Sin embargo, cuando le dije que en Bolivia Facebook ha logrado atrapar a miles de personas que quieren saber algo más de él, sonrió y volvió a decirme sorry (lo siento). “Están en Facebook y en el corazón de América del Sur han sumado con su granito de arena para que su red llegue a 1.000 millones de usuarios”, insistí.

Luego de abordar su vehículo, bajó la ventanilla y me preguntó dónde me hospedaba; le dije “en el Hotel Four Seasons, en Palo Alto”. Observó la identificación que llevaba colgada al cuello y que me acreditaba al seminario y simplemente dijo “lo llamaré”, para inmediatamente después partir. Mientras veía alejarse su vehículo, me dije que había sido la manera más diplomática de negarme la entrevista.

Afortunadamente me había equivocado, puesto que horas más tarde, cuando estaba en el Spa del hotel, fui perifoneado y al atender la llamada, con la toalla alrededor del cuello, escuché decir “señor Mendizábal, lo veré a las 19:30 en el bar Antonio’s Nut House”; “allí estaré, señor Zuckerberg”, respondí con un nudo en la garganta.

Por algunos segundos me quedé observando a la recepcionista del Spa, quien me preguntó si me sentía bien. “Sí, gracias”, le dije. Y es que no podía creer que quien ha sido elegido como hombre del año por el semanario Time y el hombre más influyente del new establishment por Vanity Fair, dos megapublicaciones de Estados Unidos, hubiera accedido a conversar e incluso en su local favorito de Palo Alto.

Sorprendente humildad

Llegué a la cita con 15 minutos de anticipación. Los siguientes 15 se convertirían en una eternidad. Una y otra vez me preguntaba si finalmente llegaría. De pronto, estaba ahí, vestido con pantalones vaqueros, con una camiseta gris con el popular logo de “Codemonkey” y sudadera polar con capucha y zapatillas deportivas. Era Mark Elliot Zuckerberg, el creador y presidente de Facebook, el millonario de 28 años más joven del planeta, sencillo, austero y tímido.

“Tengo 20 minutos para conversar con usted”, fueron sus primeras palabras tras saludarme.

“Muchas gracias, es un verdadero honor señor Zuckerberg, no sólo por todo lo que usted representa en el mundo, sino porque es bien sabido que no acostumbra conceder entrevistas y es muy reservado a la hora de hablar de su persona y trayectoria”, respondí.

Mientras observaba la carta, me dijo “no fotografías, se las haré llegar al hotel y no voy a referirme a temas personales que involucren mi vida privada y mi patrimonio. Ésa es una de las razones porque no concedo entrevistas”.

“Entiendo, señor Zuckerberg, pero usted ha concedido algunas entrevistas”, le dije. “Usted lo ha dicho: ‘algunas’. Terminaré el año con usted y la periodista Barbara Walters”, respondió sin dejar de observar el menú. “Doble privilegio señor Zuckerberg”, le expresé.

“Comencemos, el tiempo es oro”, dijo mientras ordenábamos un par de aguas minerales.

Nacido en 1984 en el seno de una familia judía, su pasión por la informática se manifestó muy pronto y ya a los diez años de edad comenzó a programar.

-¿Cuándo nació la pasión que lo ha llevado a crear y hoy a presidir la red social más importante del mundo?-, le pregunté mientras tomaba posición de loto en una cómoda silla para iniciar el diálogo con Miradas.

-Cuando tenía diez años mis padres me regalaron el que sería mi primer ordenador, un Quantex 486DX, con el que pude desarrollar un software que me permitió conectar los equipos de la oficina de papá y todos los equipos de la familia entre sí, y a lo que bauticé como “Zucknet”.

-A propósito, cariñosamente le llaman “Zuck” desde niño'

-Sí, y hasta ahora.

“La fortuna sonríe a los audaces”, la famosa máxima de Virgilio citada por Zuckerberg en su página personal, parece reflejar fielmente a un hombre que lanzó su compañía cuando sólo contaba con 19 años y que nunca consideró en dejar las riendas de su emprendimiento.

-Cuando muchos jóvenes alrededor del mundo están pensando en el camino que van a seguir en la vida, usted ya era millonario y famoso, ¿cuál ha sido la fórmula?

-Creo que en gran parte el crecimiento de Facebook es una respuesta al momento oportuno en el que apareció. Muchas personas ya estaban compartiendo información a través de otros sitios web como Wikipedia o Friendster. Facebook lo que hizo fue aprovechar esa tendencia.

-Son mil millones de usuarios y la tendencia es creciente. ¿Esperaba usted eso?

-De algo estoy convencido. El proyecto seguirá vigente, porque las personas seguirán compartiendo sus fotos, sus ideas e inquietudes vorazmente. Ello va a ser fundamental para que Facebook siga siendo relevante. De aquí a diez años, las personas compartirán mil veces más de lo que lo hacen hoy. Nuestra misión es y seguirá siendo hacer el siguiente gigante. Seguiremos trabajando en ello.

-En mi país, algunas altas autoridades han observado las críticas o “insultos” al Presidente de la República a través de Facebook.

-Lo lamento.

-¿Por qué no quiso participar en la película “La red social” (The Social Network)?

-No voy a responder a su pregunta.

Zuckerberg confiesa que, además de no tener televisión, detesta las entrevistas, de ahí que nos convencimos de que lo que se sabe de su vida sea bastante escaso. A pesar de ese afán por mantener el anonimato, el creador de Facebook afirma estar escribiendo desde hace tiempo un diario al que denomina El libro del cambio, inspirado por una cita de Ghandi que dice: “Sé tú mismo el cambio que esperas del mundo”.

Génesis de un gigante

Originalmente denominado The Facebook, el proyecto de Zuckerberg surgió con la intención inicial de crear una red de conexión entre los estudiantes de la Universidad de Harvard. El nombre del sitio hacía referencia al boletín que muchas universidades entregan a sus nuevos alumnos con la intención de ayudarles a conocerse entre sí a su llegada al célebre centro de estudios.

Los servicios que ofrecía Facebook consistían fundamentalmente en la posibilidad de agregar amigos, con los que se podía intercambiar fotos y mensajes, y de unirse a grupos, una de las utilidades que más se desarrolló a posteriori. Cada usuario, que debía estar registrado, disponía de un wall (muro) que permitía que los amigos escribieran mensajes o enviaran regalos para que éste los viera. El supermuro, una mejora posterior, permitiría, además, incrustar animaciones en formato Flash.

Lo que empezó como un juego entre colegas desbordó todas las previsiones en poco tiempo. En sólo dos semanas, dos tercios de los estudiantes de Harvard se habían adherido a Facebook y, coincidiendo con las vacaciones de verano de ese mismo año, lo habían hecho más de 30 universidades de Estados Unidos.

Cuando acabaron las clases, Zuckerberg aprovechó para mudarse a Palo Alto, California, para crear su primera oficina. Aunque la primera intención del joven universitario era retomar sus estudios en Harvard tras el receso, el negocio iba viento en popa y requería su atención, por lo que decidió abandonar Harvard y permanecer en la costa oeste.

Zuckerberg ya forma parte de los hombres más ricos del mundo y su empresa vale unos 100 mil millones de dólares, según estimaciones en función del valor de ingreso de sus acciones en la bolsa de valores.

-Finalmente, señor Zuckerberg, ¿qué les diría a esos miles de estudiantes bolivianos que al saber de usted sueñan con alcanzar el éxito?

-Que yo comencé en un cuarto y que cada dólar que gané lo invertí.

Suena su iPhone 5 y el genio de Silicon Valley se pone de pie, saluda a una pareja de amigos y nos dirigimos a la puerta del Antonio’s Nut House. La noche caía sobre Palo Alto.

“Muchas gracias por su entrevista, mi mujer y yo tenemos un compromiso”, dijo Zuckerberg observando su vehículo, en el que se encontraba su esposa Priscilla Chan junto a su mascota Beast, que cuando lo vio corrió hacia él.

Y es que Mark Zuckerberg es tan gigante, como gigante es su sencillez, humildad y austeridad. Todo un ejemplo.

De aquí a diez años, las personas compartirán mil veces más de lo que lo hacen hoy. Nuestra misión es y seguirá siendo hacer el siguiente gigante.

1 comentario:

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